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¿Qué es la salud sexual?


La salud sexual comprende la integración de los elementos somáticos, emocionales, intelectuales y sociales del ser sexual por medios que sean positivamente enriquecedores y que potencien la personalidad, la comunicación y el amor. Algunos estilos de vida, por los valores que predominan en ellos, influyen positivamente en la salud sexual mientras que otros influyen negativamente.

Benefician a la salud sexual los valores que permiten mejorar las relaciones interpersonales y el desarrollo interior de la persona. En cambio, los valores que se dirigen exclusivamente a lograr metas personales, acumular más bienes materiales o satisfacer siempre el deseo individual provocan con frecuencia insatisfacción y frustración, es decir, empeoran la salud sexual.

Tomar las decisiones más apropiadas en cada momento haciendo un adecuado uso de la propia libertad facilita la adquisición de estilos de vida saludables los que a su vez permiten el desarrollo equilibrado de la persona. En sentido contrario algunas conductas sexuales aumentan el peligro de sufrir problemas de salud sexual, por eso, en medicina, se les llama conductas “de riesgo”. Evitar estas conductas es evitar problemas para la propia salud sexual, tal y como aconseja el Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de EEUU (http://goo.gl/gKQUdk).

Algunas conductas de riesgo son:
-La sexualidad precoz: está asociada a una mayor probabilidad de embarazo no esperado y de adquirir una infección de transmisión sexual (ITS). Algunas de estas ITS adquiridas en la juventud, como ciertos tipos de Virus del Papiloma Humano, son de peor pronóstico, no tienen curación y pueden producir consecuencias graves como el cáncer. En otras, como en el herpes, aparecen ampollas dolorosas en los genitales.
-La multiplicidad de parejas: se habla de multiplicidad de parejas cuando una persona tiene más de una pareja sexual a lo largo de su vida. Pueden ser varias parejas una después de otra (parejas “seriadas”), o bien varias parejas a la vez (parejas “concurrentes”). Se ha demostrado que cuantas más parejas sexuales se tengan, mayor es el riesgo de contagio por ITS, incluso aunque se usen preservativos.
-Las relaciones anales: el recto no está preparado para la relación sexual como lo está la vagina (es un entorno séptico, sin glándulas de lubrificación, con una musculatura que no se adapta a la relación sexual y con un epitelio diferente). Por esta razón, las relaciones anales (tanto heterosexuales como homosexuales) suponen un mayor riesgo de lesiones locales y de transmisión de infecciones que las relaciones vaginales (http://goo.gl/q4NdXQ). Hay que recordar que el “sexo oral” también implica riesgo de infección.

 

 

 

 

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